1- LA CARA OCULTA DE LA REALIDAD

EL REAL SIGNIFICADO DE LA PALABRA ESOTERISMO

Esta palabra como muchas otras, es usada en forma ambigua o aplicada erróneamente. Desde su origen significa lo interior, no se trata aquí de lo subjetivo entendido esto como las apreciaciones personales derivadas de los contenidos de la memoria, el intelecto, las emociones y sentimientos asociados generalmente éstos al mundo exterior. En este caso la palabra, que se le contrapone, es exoterismo.
Aquí se trata radicalmente de la real existencia de un mundo o dimensión que está fuera del alcance de los sentidos y cuya vía de acceso conocen solo algunos iniciados. Esto no quiere decir que personas comunes en momentos especiales no puedan tener, aunque más no sea, en forma fugaz esa experiencia extraordinaria. A veces ocurre que a su regreso al estado ordinario no son capaces de poner en palabras lo que les ha sucedido. De ahí que se denomine a esta vivencia: inefable.
En general los llamados iniciados pertenecen a una determinada Escuela, Sistema o Doctrina, generalmente secretas. Las prácticas para lograr la iluminación o simplemente para entrar en el Esoterismo, salvo nociones introductorias y elementales, son también secretas y en algunos casos estrictamente individuales. Estas prácticas son instrumentadas por un instructor o maestro avezado.
Desde la antigüedad ha quedado el nombre de un ser legendario denominado Hermes, que valga la redundancia, dio origen al hermetismo. Palabra ésta que en su uso externo ha pasado a significar “cerrado”. Pero en su significado esotérico apunta a una corriente de sabiduría.
En los primeros siglos fueron conocidos los Gnósticos. Se sabe que el Dante llegó a ser la cabeza de una Orden Secreta. Así también, Leonardo Da Vinci y más recientemente Julio Verne. En medio de esta corriente occidental tenemos también la influencia más bien tardía de los orientales: hinduismo, Yoga, Budismo, Zen, Taoísmo, etc. En forma más o menos figurada, se ha aplicado la palabra Esoterismo también a ciertas formas de arte.
En el siglo XIX la celebre rusa Helena Petrovna Blavatsky, aventurera que exploró el Oriente y muy especialmente el Tíbet, fundó en Nueva York (1875) junto con Annie Besand y el Cnel. Olcott la Sociedad Teosófica. Posteriormente, uno de sus discípulos, Rudolf Steiner crea la corriente denominada Antroposofía. Ambas se extendieron y sus sedes se encuentran en casi todos los países del mundo.
Otra corriente que perdura hasta hoy, y tiene su origen en el Siglo XVI es la de los Rosacruces. Es una Escuela que nació en Alemania y pretende tener sus raíces lejanas en el Egipto antiguo.
Un movimiento secreto, cuyo nombre es muy difundido, y a veces temido, es el de los Masones. Nace en Francia en el Siglo XVII, esta cofradía, a veces secreta y a veces no tanto, ha tenido que ver más con lo político que con lo esotérico. Los términos masón y masonería se los ha utilizado también en relación a grupos que nada tenían que ver con la Orden real. También se ha dado la paradoja que en muchos lugares del mundo se han creado centros de masonería, con sedes y carteles bien a la vista. Salvo algún membrete, unos sellos y algún libro, en esos lugares, salvo excepción, casi nunca se desarrolla una actividad masónica.
Apareció por la misma época un personaje singular llamado Saint Germain. Por sus tintes algo enigmáticos se le aplica a su enseñanza el término esotérica sin que sea el que más le conviene. En todo caso se la podría denominar mística. Sus adeptos en la actualidad difunden una enseñanza “de Saint Germain” con el nombre de Metafísica, palabra utilizada generalmente en forma muy libre.
Llegado a este punto, conviene una aclaración, lo esotérico es una vía que se alcanza por la voluntad y la dirección humana, mientras que lo místico es más bien como un descenso de la divinidad sobre el hombre. Los egipcios representaban a esto último por un águila que con las alas extendidas descendía suavemente. Para lo primero se utilizaba el símbolo de un halcón, ave de mucha fuerza y la única que puede volar verticalmente. Representa al hombre que por sí mismo se eleva hacia lo trascendente.